Nuestro futuro
no debería seguirse tan sólo con nuestros deseos sino también con un poco de esfuerzo.
A través del espejo de los caprichos se puede llegar a recibir un gran golpe en
la vida.
Deberíamos
tener en cuenta que casi ninguno de nosotros llegará demasiado lejos. Por eso hay
que mirar el mañana más objetivamente. Hay que adquirir el hábito de realizar esfuerzos con
constancia para llegar a los objetivos propuestos, renunciando a los deseos
inmediatos. Y estos objetivos deberían basarse en deseos razonables y en la lógica.
Ser caprichoso implica no saber esperar el momento oportuno y suele llevarnos a tener fracasos
monumentales por lo cual hay que centrarse más en cosas razonables.
Las cosas
tienen más valor si uno ha tenido que esforzarse por lograrlas. Lo que nos
sucede en la vida es bastante dependiente de cómo actuemos. Por tanto cuando busquemos
algo no hay que esperar con los brazos cruzados. El destino que tengamos está en
función de nuestra actuación previa. En cambio, habrá poner en marcha todos nuestros
recursos a favor de lo que queremos
lograr. Rechacemos creencias erróneas que nos dicen que todo depende de la
suerte. El azar no es más que una interpretación falsa de la causa de los
sucesos que nos ocurren. Casi todo lo que nos ocurre tiene una explicación
lógica.
Es de gran
importancia valorar las situaciones y hacer una reflexión previa sobre qué
vamos a hacer. Porque comportarse de una manera impulsiva suele producir
resultados negativos. Nuestras respuestas ante los hechos reales repercuten en
el futuro. Además apelar a la suerte por lo que nos ocurra, bueno o malo, no es
más que una manera de no responsabilizarnos de nuestros actos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario