Ni lo bueno ni
lo malo tiene porque conservarse durante toda la vida. A veces alguna persona
importante para nosotros desaparece, y nos quedamos tan perdidos como niños abandonados.
Pero tú sigues aquí, y hay que aprender a asumir esa pérdida.
La desaparición
de personas que queremos suele ocasionar una sensación fuerte de desamparo. No
importa que sientas dolor, rabia o ira en estos momentos de tu vida. Pero sin
castigarse demasiado, ni sumirse en la melancolía o perder el interés por otras
cosas que permanezcan en la propia vida. A veces hay que dejar zarpar algunas personas.
Debemos poner en marcha todos nuestros recursos y potencialidades para salir
adelante. Hay que recurrir a nuestra energía psíquica para afrontar estas
situaciones. ¡Que la vida triunfe sobre la muerte! Debemos aliviarnos y
sentirnos satisfechos de haber disfrutado de esa persona. A pesar de que ese
ser humano aportara seguridad en nosotros mismos, no debe disminuir nuestra
motivación en el resto de cosas de nuestra vida. Y debemos valorar todas las
personas presentes aún en nuestra vida.
No hay nada más
insano que centrarse únicamente en las cosas que a uno le faltan, y desvanecer
a causa de personas que echamos de menos en nuestra vida. Si nos sentimos
demasiado frustrados o amargados, deberíamos preguntarnos el motivo de la
desesperación que surge en nuestro interior.
Es saludable que
aprendamos a tener períodos con nosotros mismos. Habremos de probar a
enfrentarnos al desafío de la soledad, sin miedo. Es más, la soledad en muchas
ocasiones será provechosa para nosotros. Uno de los beneficios que nos puede proporcionar
estar solos es el de encontrarnos con nosotros mismos, y eso debería potenciar la
independencia. Tratar de renacer cuando haya algo que desaparece en nuestra
vida es algo esencial.