Ser egocéntrico y creer que todo
el mundo gira a tu alrededor provocará un orgullo desmesurado. Nadie es más que
los demás. En la práctica el narcisismo provocará que tan sólo tratemos de
querer ser más que el otro. Convencernos de nuestra valía no implica que haya
que convertirse en un soberbio.
Será más beneficioso mirar por
nuestra evolución personal y realizar un balance equitativo en cuanto a
nuestras características, teniendo en cuenta tanto nuestras capacidades como los
defectos personales. Una excesiva valoración propia es tan mala como una infravalorización
ya en un caso creeremos que el mundo gira en torno a nosotros, y en el otro nos
llevará a auto-despreciarnos.
La realidad a veces provoca que
se disparen nuestros sentimientos por lo que hay que aprender a reducir el
impacto de estos en nuestra autoestima. Para superar las secuelas que nos haya
dejado un golpe vital no habrá que someterse al castigo de verlo todo malo en
la vida. En cambio, convendrá ser más flexibles al observar la realidad propia
y tender a recomponerse. Cuando nos ocurra algún trauma no tendremos que tener
grandes terrores. Tampoco hay que martirizarse con sentimientos de culpa ni
desesperarnos.