No debemos darle demasiada importancia a cosas innecesarias.
Es un despilfarro de tiempo dedicarse a interpretar hechos poco relevantes o fijarse
demasiado en sucesos negativos ya que esto hará que no pongamos atención en
aquello que es necesario atender. Preocuparse demasiado por algunos nos llevará
a dejar atrás aquello que requiera la intervención propia. La angustia que puede
generarse por afligirnos por cosas sin importancia debería evitarse.
Deberíamos distribuir bien nuestro tiempo. Marcarnos un
objetivo. Gestionar el tiempo para sacarle todo el partido que sea
posible. Perder el tiempo es malgastar
parte de nuestra vida. Por ello hay que aprender a ordenar nuestra vida para
utilizar a fondo cada minuto. El tiempo que tenemos vale mucho y no hay que
desperdiciarlo en cosas superfluas.
Buscar el perfeccionismo es perder el tiempo. Para nada será
útil ni bueno querer que en nuestra vida sea todo perfecto. Hay que pretender
mejorar sin llegar a obsesionarse en no
fallar. Deberíamos disfrutar de cada pequeño avance para sentirnos felices. Sin
exigir nada a la vida a cambio, ni empeñamos en no errar en nuestros proyectos.
No buscar de forma inmediata la meta final.
Será bueno una comunicación con los demás, exponer sanamente
los problemas que uno tiene y aprender de los errores de los demás. Mantener un
silencio frío hacia los que nos rodean es algo insoportable y no es bueno
refugiarnos bajo una fachada impenetrable. Hay que acotar los tiempos que uno
pasa solo concentrado en sus problemas. A veces el simple hecho de pronunciar
una palabra nos libera del martirio que tenemos dentro.