Es
posible que, sin quererlo, a veces nos comportemos de una manera irracional. Por
lo general, hay que tratar de controlar más nuestras acciones voluntariamente y
no dejar que nuestro subconsciente determine nuestras reacciones. Especialmente
cuando esas creencias inconscientes son de tipo negativo. Y crean bloqueos
emocionales que suelen ser producto de recuerdos de malas experiencias anteriores.
En
líneas generales deberíamos responder ante la realidad de una manera razonable
pero lo cierto es que a veces nos dejamos llevar en exceso por aquello que
sentimos. Nuestra vida deberíamos controlarla lo más que podamos por aquello
que concluyamos al razonar y no a través de nuestros sentimientos. El estado de
ánimo debería ejercer una pequeña influencia en lo que hagamos, pero no dejarnos
arrastrar por él. Sería correcto valorar de forma objetiva las cosas para
definir y planificar aquello que vayamos a hacer. Nuestra conducta debería
estar controlada por la cabeza y no por el corazón. Incluso al vernos en un
aprieto hay que guiarse por aquello que razonemos y no por las emociones que
aparezcan.
Es
necesario mantener cierta distancia emocional para actuar de forma selectiva y
racional. Cuando estemos metido en circunstancias problemáticas debemos efectuar
cierto alejamiento de nuestros sentimientos. Es bueno formar una visión
realista sobre lo que experimentemos para encontrar respuestas propias más efectivas.
Para
ello en primer lugar habrá de observar antes de llegar a dar conclusiones
precipitadas. Así encontraremos cierta distancia necesaria para no coger de
cerca un gran riesgo a equivocarnos. Si perdemos la objetividad, las respuestas
que surjan si no lo hacemos serán completamente irracionales Cuando nos
sintamos demasiado implicados emocionalmente no daremos una respuesta adecuada.
De vez en cuando hay que dejar enfriar la situación y respirar tranquilos para
no correr el gran riesgo de equivocarnos.