En algún instante vital puede ser
que analicemos la realidad de forma fragmentada, dando más importancia a unas
cosas que a otras, o cegándonos ante las cosas que no nos gustan o no nos son
favorables. Es decir, que a veces inconscientemente separamos aspectos que son dolorosos.
Esto es siempre perjudicial
puesto que hay que mirar la realidad tal y como es. De nada vale vivir sobre
fantasías o negar partes de la realidad que no nos gustan. La alegría y la tristeza son elementos de nuestra
vida que deberíamos aceptar. Lo importante es aprender a manejar las
circunstancias que producen dichos sentimientos. Para ello es necesario aceptar
las cosas tal y como son. En nuestro itinerario vital se combina lo positivo y
lo negativo y debemos ser capaces de valorar todas las situaciones en conjunto,
sin limitarnos a observar un aspecto determinado de ella.
Tampoco tienes por qué paralizarte
a causa de problemas que parece que no se solucionan. En cambio, observa todas
las cosas que te da la vida. Las cosas dolorosas no deben tener una fuerza
excesiva para reducir tu vida a la tristeza. En cambio, conviértete en alguien capaz de ver que el conjunto de la
vida suele ser bueno y te ayuda a aprender.
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