miércoles, 8 de febrero de 2012

Madrid, una ciudad inhabitable para nosotros


El artículo 9 de la Constitución Española exige a los poderes públicos garantizar el máximo bienestar de vida a todos los ciudadanos, y en su artículo 49, habla una política de previsión e integración de ciudadanos que tengan algún tipo de discapacidad física, psíquica o sensorial. Además, una serie de leyes y normativas posteriores definen la supresión de barreras arquitectónicas. Con el presente escrito queremos denunciar que sistemáticamente se incumplen todas estas normativas. Y esto no sólo ocurre en los barrios más antiguos de la capital, sino que ocurre en barrios de nueva construcción, como el barrio de Las Rosas, donde todas las infraestructuras han sido construidas con posterioridad a la aprobación de las leyes que hablan de la supresión de barreras arquitectónicas. Efectivamente, en este caso, parece que estaba prevista la realización de pasos de peatones rebajados, pasos que no sólo benefician a las personas que nos desplazamos en silla de ruedas, sino también a los ancianos, personas con muletas, a las madres con carrito de bebé, amas de casa con el carro de la compra… Pero el resultado, señores, ha sido penoso. Todos los pasos están mal hechos, y no se ha disminuido apenas la distancia entre la acera y la calzada, con lo cual las personas con discapacidad que residen en ese barrio y desean salir a la calle tienen que hacerlo acompañadas o no podrán ir más allá de la manzana de su casa.
También consideramos inadmisible que gran parte de los edificios públicos continúen siendo inaccesibles a las personas con discapacidad. Uno de nosotros no pudo ir, por este motivo, a recoger un paquete a una oficina de correos. Al final, el “reenvío” del paquete supuso casi 8 euros de gasto, lo cual puede resultar bastante gravoso para personas que tenemos multitud de gastos derivados de nuestra condición, que las ayudas sociales no cubren ni de lejos. Otras veces, en los citados edificios públicos, las rampas supuestamente diseñadas para nosotros son verdaderas trampas asesinas, ya que el grado de inclinación es tan excesivo que lo más probable es que perdamos estabilidad y nos caigamos.
 Otro problema añadido es la disposición de las farolas, señales de tráfico y papeleras: muchas veces se encuentran en medio de las aceras, impidiendo nuestra marcha. Cuando se realizan obras en las aceras no se tienen en cuenta a las personas con movilidad reducida. También podemos hablar de la falta de concienciación por parte de la población sobre el problema de los desplazamientos de las personas con silla de ruedas: constantemente nos encontramos coches aparcados en los pasos de peatones, en las plazas reservadas a personas con discapacidad, sobre las aceras, comerciantes que sacan a la calle sus expositores… Echamos de menos una campaña informativa real y efectiva sobre los problemas y necesidades de las personas con discapacidad, y que, a medio plazo, haga consciente a la población de las dificultades que puede suponer a otras personas, por ejemplo, aparcar de cualquier manera. 

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