Lo que debería dirigir nuestra conducta es aquello que
razonemos y no hay que dejarse llevar por la impresión ni presentimientos que
tengamos.
Hay que tomar distancia emocional para actuar de una manera razonable.
De hecho, nos limitará bastante orientarnos por prejuicios ni ideas preconcebidas. Para
comportarnos de una manera sabia hemos de pensar incluso a veces detenidamente
las cosas. Nuestro instinto nos ayuda a veces a sobrevivir pero en otros casos
nos aleja de buenas oportunidades. Las cosas que han sido bien pensadas y
razonadas nos llevarán por un buen camino. El hecho de dejarse llevar por las
corazonadas sin pensar detenidamente las cosas hará que nos equivoquemos. Sin
dejar de lado las emociones, no debemos dejarnos llevar únicamente por el
corazón. Procuremos hacer un análisis y buscar un equilibrio entre la intuición
y la razón sin precipitarnos innecesariamente.
Si reflexionamos podremos contemplar los problemas siempre
con diferentes ópticas. De esta forma estimularemos nuestra creatividad,
talento escaso, pero que hay que tratar de desarrollar. Es bueno embarcarse a
los propios proyectos desde una perspectiva diferente a la habitual. No nos encadenemos a una única forma de ver la
vida sino tratemos de percibir otras distintas.
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