
Cualquier navegante se encuentra con
tempestades. Aquel que se deja arrastrar por ellas y llevar por los
acontecimientos desagradables tendrá una visión negativa tanto de su presente
como del futuro. Para resolver problemas hay que guiarse por reflexiones
positivas. Tanto el optimismo como la esperanza son elementos imprescindibles. También hay que afrontar las situaciones con
entusiasmo y fuerza de voluntad. Hay que dar pasos cortos pero continuos sin
hundirnos ante las dificultades.
Todo lo que ocurre en
la propia vida tiene un sentido. Por eso hay que saber reinterpretar las
situaciones negativas y ser capaz de mirar hacia adelante. De toda situación
puede extraerse una enseñanza constructiva y debemos disponernos a sacarle todo
el partido al camino que estemos recorriendo.